La Corrida de Primavera de Brihuega siempre ha sido un día de fiesta en el calendario. En el calendario de los aficionados que acuden hasta la localidad briocense llamados por la lógica expectación que generan los carteles diseñados por Maximino Pérez, y también en de los diestros que ven en su actuación en “La Muralla” una clara ocasión de acariciar la gloria al contar con un mayor fervor por parte del respetable, teniendo que enfrentarse a toros que en trapío y raza están, no nos engañemos, por debajo de lo que se le debería exigir a quienes se hacen llamar figuras del toreo.
En esta ocasión el nombre propio de la tarde fue, sin lugar a dudas, el de José Antonio “Morante de la Puebla”. Hasta el cuarto toro en el que desplego el capote, ¡Oh, Morante!, para hacer de la que, salvo la faena de Manzanares, había sido una tenebrosa tarde, luz celestial. Y es que el que bebe del toreo del de La Puebla queda ya saciado para siempre. Su forma de andar “en torero”, su profundidad y la manera en que dejó al toro dispuesto para la suerte de varas mediante un garboso galleo por chicuelinas así lo acreditan.
Cogió después la muleta o la muleta le cogió a él. No se sabe. Porque donde se haya el embrujo, el duende, el misterio, hay un “algo” que escapa al entendimiento de los mortales. Estuvo el diestro inmenso con la franela por ambos pitones, si bien es cierto que el toro iba mejor por el derecho y fue por este por el que más disfruto e hizo disfrutar. Además, dejó una buena estocada que le permitió desorejar al animal.
José María Manzanares dejó una muy buena actuación ante el segundo del festejo. Actuación que le hizo merecedor de una oreja y que fue completa de principio a fin. Desde las estéticas y pintureras verónicas de recibo, hasta el pinchazo hondo pero efectivo con que pasaportó al animal, pasando por muletazos largos y despaciosos que compusieron una faena en la que además se tuvo que sobreponer al viento que corría.
No pudo repetir la gesta con el quinto. Un toro en el que, a pesar de intentarlo, nunca terminó de acoplarse realmente y con el que, para más “inri”, se demoró en su ejecución teniendo que emplear el descabello.
En cuanto a Cayetano Rivera, no fue la mejor tarde del torero rondeño. Nada por aquí, nada por allá, y al final…nada. Ni los toros le dieron opciones ni él, o por falta de ganas o por falta de lucidez, trató de buscárselas. Brihuega se quedó con ganas de ver al Cayetano de las tardes triunfales.
Ficha del festejo: Plaza de Toros de “La Muralla”. Brihuega. Lleno de “No hay billetes”. Toros de Jandilla terciados y faltos de fondo. Destacó por su buen juego el cuarto toro. Morante de la Puebla (fucsia y oro) silencio y dos orejas; José María Manzanares (nazareno y oro) oreja y ovación que saludó desde el tercio y Cayetano Rivera (blanco y oro) silencio en ambos.