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La ministra de Cultura, Carmen Calvo, estuvo el lunes en Guadalajara para presenciar la Gala de los Premios Max. Una de sus visitas en esa jornada fue al Palacio del Infantado para disfrutar de la exposición "La sombra del Caballero". La ministra salió aparentemente eufórica de la muestra, y afirmó que su Gobierno asignaría de inmediato una partida presupuestario para la rehabilitación integral del Palacio, aunque en ningún momento adelantara la cifra exacta. Según Paz López, consejera de Cultura, "el Ministerio de Cultura se ha tomado en serio el Infantado y una ministra lo ha visitado, viene a verlo in situ y se compromete a realizar actuaciones necesarias para reformarlo". Además, señaló que el proyecto del Palacio del Infantado era una de las prioridades del ejecutivo de José María Barreda, "porque es un monumento emblemático de la región y porque la ciudad de Guadalajara debe tener (allí) un museo provincial". En todas esta declaraciones se omitía que a propiedad del Palacio del Infantado es Íñigo Arteaga, heredero de la familia propietaria del inmueble desde que fue erigido a finales del siglo XV. En declaraciones en exclusiva a LA CRÓNICA DE GUADALAJARA, Arteaga argumenta que "una parte del terreno del Palacio del Infantado es mío y eso se puede observar claramente en el Registro de la Propiedad. Mi abuelo me lo dejó a mí en herencia directa, y fue mi padre quien decidió donarlo a la ciudad de Guadalajara, bajo mi consentimiento. Además, nadie se ha puesto en contacto conmigo, ni el antiguo Gobierno, ni ahora el nuevo. Nosotros lo único que queremos es llegar a una acuerdo por las buenas y esperamos no tener que llevar este asunto a los tribunales. Yo o mi hijo tenemos derecho a hacernos una vivienda en el Palacio, pero queremos que antes se solucione todo". Además, el duque también hizo hincapié en que "nosotros nunca hemos querido ir contra los intereses de Guadalajara, incluso en algunas salas del Palacio he tenido colecciones de arte de mi propiedad, pero tampoco entiendo por qué nadie hace nada para arreglar esta situación". Un poco de historia En el último tercio del siglo XIX, el Patronato de Huérfanos de la Guerra se propuso habilitar el edificio orfanato. En esos momentos, el Duque de Osuna, su propietario, accedió inicialmente a la venta por 750.000 pesetas, pero al considerar que era para un obra benéfica y dado lo elevado de la suma para aquella época rebajó el precio hasta las 350.000 pesetas, con la condición de que si algún día se usar el edificio para ese fin concreto revirtiera a la familia del Duque. El dinero lo aportó el Ayuntamiento con la venta de algunos terrenos propios; así amortizó la obra y pagó algunas cargas que tenía. El orfanato se mantuvo hasta 1936 cuando, durante la Guerra Civil, las tropas rebeldes bombardean el Palacio del Infantado, que se incendia y ve desaparecer los magníficos artesonados que cubrían las principales estancias. Tras casi treinta años de abandono, en la década de los 60 se llega a un acuerdo con el Duque para firmar un convenio de cesión. En el documento se regula la reconstrucción del derruido edificio por parte del Ministerio de Educación Nacional para hacer "una casa de Cultura, el Archivo Central de la Administración y cualquier otra Institución dentro de los fines del citado Ministerio". El incumplimiento de estos fines "será la causa de resolución de esta donación, con reversión de lo donado a los donantes o sucesores". En otra de las estipulaciones quedan autorizados tanto el Ayuntamiento como el Duque del Infantado o sus sucesores para "utilizarlo por causas muy señaladas para actos de carácter cultural". Además "se reservarán con carácter permanente las dependencias que en su día se señalen a fin de que los titulares de dicha Casa Ducal puedan habitar personalmente en ellas de manera ocasional y utilizarlas como Museo y Archivo Familiar". La única condición que se contempla a este uso particular del edificio es que no podrá "ocasionar perjuicio al desenvolvimiento normal de los servicios que el Ministerio establezca en aquel edificio". De todo ello dio fe el notario de Guadalajara Ramón Aroca García.
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