Jueves, 5 de agosto de 2021    
La pancarta radiactiva
Actualizado 12 mayo 2011
Sale de la carcel un individuo condenado por terrorismo, despliega una pancarta a favor de Bildu y se monta no la de Dios es Cristo, que para ello fue necesario un concilio hace diecisiete siglos, sino una discusión con mucha menos finura que aquella que entretuvo a latinos y bizantinos sobre el filioque y otras trascendentales cuestiones relativas al espíritu.

Los profesores de Derecho se empecinan por intentar explicar a los alumnos los perfiles de la relación causal que necesariamente ha de existir entre un comportamiento y un resultado para poder aplicar el Derecho Penal a una persona. Incluso en otras ramas del Derecho, como el Civil o el Administrativo, es también necesaria –fuera de unos concretos casos de responsabilidad objetiva- algún tipo de conexión lógica entre una acción y un resultado dañoso. Es lo normal: en las acciones penales, en el daño causado por dolo o negligencia civil, en la responsabilidad patrimonial de la Administración.

No busquen este rigor en los asuntos de la política, en el ruido mediático. Aquí vale todo, cualquier tontería, cualquier dislate, cualquier burrada. Y, además, pontifica cualquiera, con tal de que tenga un micrófono delante y pueda chillar más alto que los demás, ser más enfático que los demás. Y da igual, también, si sabe algo o nada. Es más: si no sabe nada pero chilla lo suficiente, mejor aún, a más gente llegará, como a más gente llega el “sálvame de luxe” (¡manda huevos!, que diría Trillo Figueroa) que los documentales de la 2.

Préstese atención sino a algunas de las perlas que se escuchan estos días en distintos ámbitos: Que ETA pide votar a Bildu y deja en evidencia a los seis del Tribunal Constitucional; que la pancarta del etarra Errandonea obliga al PSOE a simular una investigación jurídica; que flaco favor han hecho a los españoles los seis magistrados del Partido Socialista; que no es quien el Tribunal Constitucional para desautorizar al Tribunal Supremo; que se ha puesto de manifiesto el pacto existente entre el PSOE y ETA para que ésta concurriera (a través de Bildu) a las elecciones; que, por descontado, los “seis” que han resuelto permitir que la formación abertxale son una especie de felones muy bien pagados, seguros en sus sillones, simple correa de transmisión de aquellas fuerzas que han acordado su nombramiento.

Dice Pascual Sala, el presidente del Tribunal Constitucional, que se le pone la “carne de gallina” por las críticas que recibe estos días. Lo dudo mucho. Es más, no lo creo. Lo que le pasa al Excmo. Sr. Pascual Sala, abogado primero, juez y magistrado luego, Presidente del Tribunal de Cuentas, Presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, Presidente ahora del Tribunal Constitucional, es que le resulta imposible explicarse más allá de las explicaciones que se contienen en la sentencia que firma. Y, sobre todo, ni debe ni puede hacer un esfuerzo adicional para que le entiendan. ¿Cómo competir con periódicos de gran tirada nacional? ¿Cómo competir con tertulianos furibundos, muchos sin una mínima formación jurídica, que no es que le critiquen sino que le llaman de todo? ¿Para qué gritar, en un grito ahogado de antemano por el enorme ruido, que es un jurista independiente, que resuelve –como sus compañeros- lo que cree que debe resolver? ¿Para qué decir que él lo ha sido todo en esta vida y que, por tanto, puede permitirse el lujo de ser mucho más independiente que la inmensa mayoría de los que le critican?

Y como él, sus compañeros; esos nombrados a propuesta del Partido Socialista. ¿Qué opinan de la independencia del Tribunal Constitucional los nombrados a propuesta del Partido Popular? ¿Son quizás más independientes? Yo creo que son independientes todos ellos, con ideología -¡menos mal!- pero independientes. Si no son independientes estos señores, ya al final casi de sus carreras, ¿quién demonios puede ser independiente? ¿Los parlamentarios? ¿Los tertulianos? Por cierto: Manuel Aragón, nombrado a propuesta del PSOE y que ha votado con los de tendencia conservadora, ¿es un tránsfuga? ¡Ah!, ya: es que ha dejado de ser un mandado y ahora es independiente. ¡joder, joder!, qué diarrea mental.

Volvamos al etarra como se llame, al que le deseo una vejez llena de remordimientos si, como parece, la severa pena no ha servido para su rehabilitación. Pero vamos a ver: ¿no ha sido condenado por un juez, que le habrá aplicado la legislación vigente? ¿No se le han aplicado, también bajo la supervisión del Juez de Vigilancia, las disposiciones de la Ley Orgánica General Penitenciaria? ¿No ha sido puesto en libertad cuando ha dicho el pueblo soberano español a través de sus Leyes, por orden de sus jueces? ¿Se le ha impuesto, quizás –como excepción-, la pena accesoria de no exhibir pancartas de por vida a favor de formaciones abertxales?. ¡Ah!, claro, que como era un etarra y apoya a Bildu está claro que Bildu es ETA. Pues nada, majos, que se manifieste a favor del PSOE o del PP y así los ilegalizamos.

Al terrorismo no hay que darle tregua. A los terroristas no hay que darles tregua. Un Estado moderno ha de emplear todos los recursos que sean precisos para garantizar la libertad y la seguridad de sus ciudadanos, tengan cargos representativos o no. Sin embargo, ha costado siglos construir estados democráticos sólidos, instituciones judiciales independientes, conceptos doctrinales –incorporados al Derecho positivo- básicos: libertad de conciencia, libertad de asociación, libertad de participación política por medios democráticos, presunción de inocencia, relación causal para imputar un delito, etc, etc. Los etarras se los cargarían hoy; algunos tertulianos no saben con lo que juegan. Y, si lo saben, son muy malas personas.

Como esto es ya muy largo, les dejo con el Marqués de Beccaría, uno de esos juristas que empezó a construir hace más de dos siglos lo que hoy tenemos: “...prohibir una multitud de acciones indiferentes no es prohibir los delitos que de ellas puedan nacer, sino crear otros nuevos...”.

Pues eso, pues eso.