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La Crónica de Guadalajara
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Martes, 3 de agosto de 2021

11-M en Guadalajara: así lo vivimos,
así lo recordamos

Las horas del horror, una década después
Velas alrededor del monolito por el 11-M, en Alovera.
Actualizado 12 marzo 2014 10:47. Primera publicación 10 marzo 2014 22:17.
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Era muy de mañana cuando todo se rompió. Ese día, el periodista tardó en entender lo que le decían por el teléfono, desde donde le advertían de un atentado en el tren de Cercanías. Después de seis años sin fumar, su primera reacción fue buscar tabaco en la redacción. Solo encontró un habano reseco, resto de alguna boda o de alguna comida de compromiso. Aun así, lo encendió mientras andaba por la sala, ansioso por ordenar los pensamientos. A partir de ahí, horas y más horas de trabajo y náuseas... no por el puro, que pronto arrojó por una ventana, sino por la realidad. Una pesadilla pasaba por delante de nuestros ojos.

El primer titular de LA CRÓNICA DE GUADALAJARA reprodujo la certeza general de los primeros momentos. Fue un rotundo "Eta revienta la línea Madrid-Guadalajara" que luego, mucho más tarde, se demostraría erróneo. Pero en esos primeros minutos nadie parecía dudar, ni en las ediciones digitales de los rotativos nacionales más destacados ni en las fuentes oficiales. Aún no había llegado el tiempo del análisis de los explosivos o del propio procedimiento seguido en los atentados. Ni siquiera Arnaldo Otegui había abierto la boca, estupefacto y más convicente que nunca para negar la autoría de ETA.

Enseguida el origen fue menos importante que las consecuencias. En minutos empezó a reflejarse en la portada de LA CRÓNICA que "tres explosiones seguidas en la zona de cercanías de la estación de Atocha, en trenes que procedían de Guadalajara y Alcalá de Henares" habían dejado muertos. Ya se hablaba de víctimas en la Estación de El Pozo. Y la mañana estaba empezando.

A las doce del mediodía el titular era trágico, el primero de otros que no lo fueron menos: "Al menos un alcarreño ha muerto hoy en Madrid", ilustrado con una fotografía del andén principal de la estación de Guadalajara a las doce de la mañana del 11 de marzo de 2004. Sólo un policía y algunos empleados de Renfe permanecían en las instalaciones.

En ese momento, LA CRÓNICA DE GUADALAJARA ya facilitaba la lista provisional de heridos. Desde primeras horas de la tarde sólo se tiene constancia del fallecimiento de un joven alcarreño, hijo del presidente provincial de Cruz Roja en Guadalajara, Senent. Mientras, en los pabellones de IFEMA sigue sin notificarse la identidad de los fallecidos cuyos cadáveres se van agrupando allí. Y la tragedia se perfila en los nuevos titulares: "Decenas de muertos en la línea Madrid-Guadalajara tras tres explosiones".

Desde el SESCAM en Guadalajara se confirmaba el envío de tres ambulancias al lugar de los hechos, mientras la dirección del Hospital Universitario preparaba un dispositivo especial en previsión de la posible llegada de heridos como consecuencia del atentado. El dispositivo del Hospital de Guadalajara era de 15 camas, además de la ampliación de capacidad de la UVI y el acondicionamiento de una unidad más para uso como zona de vigilancia intensiva, si fuera preciso. También estaba prevista la habilitación de dependencias para atender a los familiares de los heridos. Desde el centro se informa, que las necesidades de sangre están cubiertas.

Al mismo tiempo, LA CRÓNICA DE GUADALAJARA comprueba que agentes policiales han rastreado la estación de Renfe en Guadalajara sin encontrar artefactos explosivos, aunque se mantiene cerrada al acceso del público y sin circulaciones. Se están revisando las cintas del circuito cerrado de televisión de la estación, así como los lugares donde habrían podido pernoctar los terroristas, una posibilidad que no sólo no se descartaba entonces sino que era una de las principales que se seguían. La pista de ETA seguía viva.

En la estación de Yebes sí que hubo mayor movimiento de pasajeros, puesto que se fueron acumulando autobuses para hacer llegar a los pasajeros a sus destinos. La Policía Nacional revisó a primeras horas de la tarde con detalle todas las dependencias de la estación de Guadalajara-Yebes, desde las papeleras a los andenes. En este caso el riesgo de atentado debería ser menor, puesto que el acceso a partir del vestíbulo está rigurosamente restringido a los pasajeros con billete y al personal autorizado.

Primeras reacciones
En los despachos políticos, tras el estupor, las reacciones. El Ayuntamiento de Guadalajara confirmaba que se sumaba a los tres días de luto oficial decretados por el Gobierno; mientras en la jornada del mismo 11 de marzo se organizaba una concentración a la una del mediodía en la Plaza Mayor, para las siete de la tarde del día siguiente se convocó una manifestación bajo el lema "Con las víctimas, por la Constitución, por la derrota del terrorismo".

El acto oficial de inauguración de la Feria Apícola también quedó suspendido.

Autores que no fueron, víctimas aún desconocidas
Visto con la distancia del tiempo, sorprende que tantos creyeran con tanta intensidad en la autoría de ETA. Pero en aquellos días, en ese día, en esas horas resultaba más que verosímil. Según recordaba "La Voz de Galicia", la Policía había dispuesto en los días previos un dispositivo de protección especial, ante la certeza de que ETA intentaría volver a matar en Madrid, denominado "Operación Genil", en el que estaban participando seis grupos de la UIP, tres de ellos llegados desde fuera de la Comunidad de Madrid, en particular de las bases operativas de Valladolid, La Coruña y Málaga. En principio, el dispositivo iba a contar con tan sólo 90 funcionarios. Su objetivo era realizar controles aleatorios y selectivos en las grandes vías de acceso a la capital a la búsqueda de vehículos o personas sospechosas. Los agentes, que patrullaban en grupos de seis efectivos, realizaron los controles con todo tipo de precauciones, armados con escopetas Franchi de cartuchos y protegidos, en algunos casos, con chalecos antibalas. Datos como este quedarían pronto diluidos entre otros, más apremiantes, como los que llegaban de los hospitales.

El Hospital Universitario de Guadalajara atendió durante esa jornada a seis personas heridas en el atentado. Cinco de estos pacientes eran vecinos de la capital y uno de la localidad de Cabanillas del Campo.

El primer ingreso se produjo a las 11,45 horas y el último, a las 16 horas. En ese momento el único paciente que permanecía hospitalizado era un varón de 46 años, con pronóstico menos grave, intervenido para extraerle un cuerpo extraño incrustado en su brazo izquierdo.

La manifestación
La sociedad civil se intentó recomponer lo más rápidamente que pudo. El Gobierno, por medio de la Subdelegación en Guadalajara, invitaba a todos los ciudadanos a la manifestación que tendría lugar a las siete de la tarde del día 12 y que, partiendo de la Plaza del Ayuntamiento, recorrería las calles Mayor, Virgen del Amparo, Avenida de Castilla, hasta desembocar en el monumento de la Constitución. La leyenda de la pancarta que encabezaba la manifestación fue "Con las víctimas, con la Constitución y por la derrota del terrorismo".

Las condenas y comunicados de repulsa de la barbarie de las principales instituciones de Guadalajara no se hicieron esperar. Los sindicatos UGT y CCOO, el sector de la enseñanza de la Unión Provincial del Sindicato CSI*CSIF, la Cámara Oficial de Comercio e Industria, la Unión Sindical Obrera, el Club Siglo Futuro, el sindicato independiente ANPE, la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha, la Diputación de Guadalajara, las Cortes castellano-manchegas, todos los partidos políticos y el Sindicato de Enfermería fueron algunas de las instituciones que emitieron de inmediato sus comunicados de condena.

IU llamaba a la participación de la ciudadanía en todas las concentraciones unitarias del país. Los sindicatos CCOO y UGT pedían a los trabajadores que se manifestaran a las puertas de sus trabajos a las doce del mediodía.

La Diputación de Guadalajara celebró a la una y media de la tarde del mismo día 11 en el salón de sesiones del palacio provincial un Pleno extraordinario con un único punto en el orden del día: hacer público un comunicado institucional de repulsa al terrorismo y de apoyo a las víctimas de los atentados de hoy en Madrid.

El tiempo siguió pasando, aunque se hubiera dejado jirones en las vías del tren.

Ya el sábado, 13 de marzo, el obispo diocesano, Monseñor José Sánchez González, presidió una eucaristía en sufragio por las víctimas de los atentados en la Iglesia San Francisco de Asís (la iglesia del antiguo Fuerte), de Guadalajara.

Vuelta a ¿la normalidad?
El lunes, con una España dispuesta a estrenar el primer Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, el servicio de Cercanías de Madrid se desarrollaba desde primera hora de la mañana con total normalidad, según valoración de los responsables de Renfe. “Los trenes están circulando con los horarios y frecuencias previstos y la afluencia de viajeros en plena hora punta es la habitual de un día laborable”. Todo, anormalmente normal. Renfe había finalizado la víspera los trabajos de reparación de vía, sistemas de señalización y tendido eléctrico, que más de 300 técnicos hicieron posible día y noche en las inmediaciones de Atocha (junto a la calle Téllez), en El Pozo y en Santa Eugenia.

Impacto sin fronteras
Del impacto de los atentados dentro y fuera de nuestras fronteras dan idea algunos de los testimonios llegados a LA CRÓNICA DE GUADALAJARA de algunos de sus lectores desde los países más insospechados. Alicia Tejero, desde la capital irlandesa, recordaba: “Soy de Guadalajara pero vivo en Dublín y desde aquí también se siente el
dolor por todas las víctimas y familiares de esta tragedia”.

Helene Bonnet, desde París, era aún más expresiva: “Yo soy una ciudadana francesa oriunda de Roanne, la ciudad hermana de Guadalajara. Tuve la oportunidad y la suerte de inaugurar en 1981 el intercambio lingüístico entre Roanne y Guadalajara. Ahí nació mi fascinación por la lengua española, herramienta diaria de mi trabajo. Hoy, más de 20 años después, no puedo esconder ni callar mi dolor, mi repugno (sic) y mi rabia frente al drama que acaba de vivir Guadalajara y España en general. Quiero, con estas líneas, expresarles toda mi solidaridad”. O César A. Torres, desde Venezuela: “Hola mi nombre es Cesar Torres, soy de Guadalajara pero vivo en Venezuela, quisiera enviar desde este lado del mundo mi pésame a todas las víctimas y en especial a las de Guadalajara, lamentablemente eso no ayuda demasiado. Quiero expresar mi rabia y dolor porque hechos tan lamentables sucedan en nuestro país, y espero que todas las fuerzas políticas y todos los ciudadanos que en ocasiones critican las políticas antiterroristas se una y entiendan la gravedad de lo ocurrido”.

Victoria sin euforia
El día 16, la reunión de la Comisión Ejecutiva Provincial del PSOE de Guadalajara no tuvo ese carácter victorioso y entusiasta que cabía esperar después de la sorprendente victoria del PSOE en las elecciones generales. Según afirmaba el alcalde de Guadalajara, Jesús Alique, “nuestro primer pensamiento ha estado con las víctimas del atentado y con sus familias, aunque estamos muy satisfechos porque los resultados electorales no habrían podido ser mejores para los socialistas”.

El entonces alcalde de Guadalajara achacó ese incremento en la participación al voto de los abstencionistas de 2000, al de los jóvenes y al de los votantes que se han visto defraudados con la política popular, “por el Prestige, la guerra de Iraq y la manipulación informativa”.

Un nuevo Gobierno, un nuevo mes… pero todo por cicatrizar. Por si no hubiera sido suficiente estábamos a punto de recibir el penúltimo golpe en Guadalajara y desde Leganés, con la muerte del geo Torronteras.

En esos días, el dispositivo especial de la Policía, puesto en marcha tras los atentados del 11-M, continuaba en vigor, en algunos casos de forma ostensible. La Comisaría de Guadalajara mantenía una especial atención en las estaciones de tren y autobús; también se han investigado pisos y locales comerciales, con el fin de descartar la posibilidad de que alguno de los implicados estuvieran en Guadalajara.

Terror en Leganés con sangre alcarreña
De nuevo, error. Los asesinos estaban en un piso, como horas después comprobaríamos todos, con la televisión en directo. El 3 de abril se inmolaban entre cánticos y explosivos.

El cuerpo del miembro del Grupo Especial de Operaciones (GEO) Francisco Javier Torronteras, fallecido ese 3 de abril en Leganés, aparecería profanado dos semana más tarde en el Cementerio Sur de Madrid. No se descartó que fuera una venganza islamista. El imán de la mezquita de Guadalajara se mostró reticente a valorar esta posibilidad a preguntas de LA CRÓNICA DE GUADALAJARA. Los terribles detalles de la profanación los obviamos, aunque pueden ser recuperados por quien realmente lo desee a través de nuestro buscador.

Visto diez años después, la pesadilla debería seguir manteniéndonos despiertos.
 


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